Fotografía de Óscar Pérez con su tesis doctoral en la biblioteca del Creap
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Continuación de la entrevista a Óscar Pérez, coordinador del área de psicología y musicoterapeuta

19 - 05 - 2023

Continuación de la entrevista del Creap a Óscar Pérez, coordinador del área de psicología y musicoterapeuta que presta sus servicios a través de Grupo 5 Acción y Gestión Social S.A.U.

ENTREVISTA | MUSICOTERAPIA COMO TRATAMIENTO COMPLEMENTARIO

Autoría: Área de Gestión del Conocimiento.

Óscar Pérez en la biblioteca del Creap mostrando su tesis

En cuanto a tus recursos técnicos, ¿qué repertorio de técnicas y estrategias musicoterapéuticas dominas y aplicas en tu trabajo? Por ejemplo, ¿improvisación, composición, técnicas vocales, movimiento, relajación, etc?, ¿cuáles consideras más eficaces en función de los objetivos y por qué razón?

El punto fuerte del programa es tratar de integrar las diferentes técnicas vinculándola con determinados objetivos de proceso. La improvisación libre, abierta o no referencial, sirve para que la persona se enfrente a la interacción musical sin ninguna consigna ni exigencia. La expresión libre además de favorecer el vínculo con el terapeuta te permite empezar a relacionarte con las herramientas de la musicoterapia a través de los elemento de la música.

Trabajar dinámicas abiertas de exploración con los elementos de la música, favorece reconciliarte con una manera de expresión que muchas veces ha quedado limitada por las enseñanzas musicales regladas. Tocar un instrumento o cantar, muchas veces se acompaña de malas experiencias como por ejemplo, no haber sido seleccionado por el coro del colegio, suspender solfeo, abandonar la educación reglada de la música, la práctica de un instrumento, etc. Estos aspectos aparecen en las primeras sesiones, por lo que considero coherente acogerlas con técnicas que generen menos resistencias. En esta el programa se estructura incorporando técnicas de menor a mayor exposición. En los primeros compases se trabaja aspectos como la utilización del cuerpo, el movimiento, los instrumentos antes de pasar al trabajo con la voz, o la expresión libre desde la improvisación.

Progresivamente, se van incorporando métodos o técnicas que requieren mayor exposición como la escucha en grupo de una canción significativa o cantarla con acompañamiento armónico y sostén del terapeuta. En paralelo se trabajan aspectos que pueden estar en la base de las resistencias, la inhibición, la vergüenza la inseguridad, etc.

En el ecuador del programa se incorpora el trabajo de composición de canciones o sognwriting. La canción se tiene que construir con lo que el grupo plantee a todos los niveles: armonía, melodía, contenido, ritmo, etc. Los miembros del grupo tienen que interaccionar entre ellos para expresar gustos, opiniones, tomar iniciativas y negociar para llegar a acuerdos. Las técnicas de recreación, cantar o escuchar una canción que ya existe, pivota en diferentes momentos del programa, y permite la exposición a procesos y práctica de dominios clave en el songwriting. En síntesis, el canto grupal con soporte harmónico y acompañamiento instrumental terminará centrándose en canciones creadas por el grupo.

Y para finalizar, me preguntabas por el dominio de la técnica, sobre lo que tengo que insistir en la importancia de que la experiencia, más de 10 años en mi caso, debe ser complementada por el estudio y revisión de la bibliografía. Por ejemplo, una reciente revisión sobre musicoterapia en este ámbito de aplicación concluye que los estudios que utilizaron una combinación de técnicas receptivas y activas o interactivas, obtuvieron mayores efectos sobre aquellos que solo se centraban en la utilización de una técnica. El programa que he diseñado, integra elementos de la experiencia práctica con hallazgos de la práctica basada en la evidencia.

La evaluación de procesos y resultados es fundamental para cualquier disciplina clínica. ¿Cómo conceptualizas la evaluación de tus intervenciones musicoterapéuticas?, ¿utilizas modelos o baterías estandarizadas?, ¿o más bien una evaluación cualitativa, de corte fenomenológico, basada en la observación y el diálogo?

Buena pregunta, en este punto creo que es importante diferenciar la evaluación que se realiza en un estudio orientado determinar la efectividad del programa con la evaluación de la práctica habitual. Si bien, esta consideración no implica que sean excluyentes, es importante realizar ciertas matizaciones al respecto.

Para el estudio utilicé las pruebas estandarizadas al uso en el ámbito para la evaluación de variables clínicas, ansiedad, depresión, autoestigma, cognición social, funcionamiento social y calidad de vida. Estas variables se midieron antes y después del tratamiento comparando un grupo de personas que recibían tratamiento habitual con otro que además recibía sesiones de musicoterapia. Los resultados sobre estas variables y en estas condiciones nos permitieron objetivar de alguna manera el cambio en estas variables.

Además de estas mediciones, el estudio se acompañó de otras evaluaciones de la práctica habitual, de carácter más cualitativo como la evaluación musicoterapeutica inicial, registros del plan de tratamiento, y registros de las sesiones. Estas evaluaciones permiten recoger una serie de indicadores músicoterapeuticos individuales, grupales y de proceso que pemiten valorar la evolución y el cambio.

Estos indicadores permites identificar cambios en la interacción que tiene la persona con el instrumento, pero también la interacción con el resto de personas y con el propio terapeuta. Se recogen, por ejemplo, aspectos que tienen que ver con el nivel de verbalización de contenidos así como indicadores no verbales de comunicación o expresión emocional

La evaluación en musicoterapia, aunque es un ámbito que sigue creciendo de manera exponencial, sigue adoleciendo de herramientas validadas. Más difícil resulta encontrar baterías estandarizadas que sean específicas del ámbito de aplicación en el que nos hemos centrados.

En la historia de la musicoterapia, ¿cuáles son, a tu juicio, las contribuciones más significativas de la musicoterapia a la práctica clínica?

Me gusta que me hagas esta pregunta, ya que dedico un importante espacio de la tesis a la historia de la musicoterapia, o mejor dicho, a los antecedentes de la utilización de la música como agente terapéutico antes del nacimiento de la disciplina, que ubicamos a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado.

En nuestro ámbito de aplicación yo destacaría sin duda los desarrollos del Islam en la edad media, dónde los primeros maristanes u hospitales orientados al cuidado de la enfermedad mental eran diseñados para incluir jardines con fuentes y acequias que potenciaran el efecto de los sonidos del agua y la naturaleza. La música era un dominio que todo facultativo debía conocer y se consideraba la única disciplina natural capaz de armonizar y dar equilibrio al cuerpo afectado por la enfermedad. A los sonidos del agua y los pájaros, se añadían la música interpretada, la danza, los espectáculos así como la audición de relatos sonorizados por músicos y recitados por poetas.

Un hecho destacable es que en aquellos momentos históricos donde han confluido visiones más holísticas de la enfermedad siempre ha aparecido la música como posibilidad de tratamiento. En particular, en el ámbito de la salud mental, además de algunos hitos del periodo clásico, y la mencionada época dorada del Islam, hay que hacer referencia al periodo de la ilustración. Las nuevas concepciones del tratamiento moral orientadas a reducir las cadenas y optar por tratamientos más suaves en las instituciones psiquiátricas recuperaron en sus servicios la utilización y disfrute de la música con objetivos como reducir la agitación y regular el estado anímico y el comportamiento.

Ya haciendo referencia a la musicoterapia como disciplina científica y práctica profesionalizada se podrían destacar las contribuciones de la musicoterapia en la recuperación del daño cerebral adquirido, el mantenimiento de funciones cognitivas en el Alzheimer, la intervención en los trastornos del espectro autista, por poner solo algunos ejemplos. La musicoterapia cada vez está más presente como terapia complementaria en enfermedades físicas como el cáncer, acompañado en diferentes fases, y destacando su contribución en los cuidados paliativos y el acompañamiento al final de la vida.

Taller de canto en el que se ve a una persona tocando la guitarra

Y para terminar ¿cuáles crees son los desafíos pendientes por asumir por parte de la musicoterapia como disciplina para una mayor legitimación científico-social?

La musicoterapia es una disciplina joven, y por lo tanto tiene mucho camino por recorrer para consolidarse e instaurarse en diferentes ámbitos. Por ejemplo, en nuestro país todavía no está reconocida como profesión.

En Estados Unidos, el nacimiento de la musicoterapia estuvo muy vinculado con el hecho de encontrar evidencias desde una perspectiva empírica. Para ello fue fundamental aumentar el rigor en la investigación y también en la práctica.

En coherencia con esto, en la tesis me planteo la importancia de diseñar un programa que permita ser replicado en un ámbito de aplicación dónde la falta de homogeneidad de tratamiento y procedimientos afecta a la calidad de las investigaciones. La replicabilidad del programa, puede permitir acumular evidencia en sucesivos estudios, aumentar rigor en la intervención y el tamaño del efecto en los resultados. La acumulación de evidencias podría ayudar legitimar la incorporación de la musicoterapia en los programas de recuperación y al musicoterapeuta como un miembro más del equipo multidisciplinar.

La musicoterapia, hoy en día, se sigue siendo una gran desconocida. Una de las luchas de los musicoterapeutas y sus organismos se centra en diferenciar el uso la música por si sola del trabajo que desarrolla un musicoterapeuta experto. Clarificar y delimitar los aportes de la disciplina y del profesional es fundamental para diferenciarla y dotarla de entidad científica. Los profesionales nos empeñamos en alcanzar la regularización de la musicoterapia precisamente para que la disciplina y el profesional sean reconocidos en toda su amplitud. Para poder hablar de musicoterapia se requiere que el profesional reciba una formación específica; 600 horas, como mínimo, de aprendizaje didáctico-experiencial y prácticas profesionales supervisadas. La acreditación además requiere sumar años de experiencia, formación, supervisión y trabajo personal: un continuo reciclaje y una ética de revisión que pueda garantizar el rigor de una práctica profesionalizada.

La música es maravillosa, no hay duda, pero su efecto terapéutico crece exponencialmente cuando es aplicada por un musicoterapeuta a lo largo de un proceso orientado al cambio.

Accede a la primera parte de la entrevista a Óscar Pérez.

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