Imagen collage con la foto de la autora y una frase extraída del libro
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Desqui: "Nos enseñan un montón de cosas en el colegio pero no a gestionar nuestra dimensión emocional y mental, cuando es la base de todo lo demás"

07 - 04 - 2023

Desqui: "Nos enseñan un montón de cosas en el colegio pero no a gestionar nuestra dimensión emocional y mental, cuando es la base de todo lo demás"

BIBLIOTECA | ENTREVISTA A LA AUTORA

Autora: Aurora Rodríguez Ródenas. Documentalista. Área de Gestión del Conocimiento que presta sus servicios en el Creap a través de Grupo 5 Acción y Gestión Social S.A.U.

Desde «BiblioCreap» queremos dar a conocer a los autores y las autoras cuyos libros han sido parte de las lecturas recomendadas en este mismo blog.

Para nuestra primera entrevista, contactamos con Tu desquiciada favorita, que es como se hace llamar la autora del libro Alguien voló sobre la 11 norte: 33 días y 500 noches en un psiquiátrico.

Desqui, la autora del libro Alguien voló sobre la 11 norte

Uno de los capítulos de tu libro reza así: No estamos locos y somos más valientes de lo que parece. La verdad es que los títulos de los capítulos no tienen desperdicio, como por supuesto, todo el contenido que viertes sobre estas páginas; que estoy segura impactarán sobre cualquiera que las lea. ¿Qué querías conseguir con este libro?

A priori, no tenía ninguna pretensión de publicar las páginas que escribí durante el ingreso psiquiátrico, pero sí que supuso el fin de una catarsis personal que comenzó con la propia escritura.

Me dieron el alta unas semanas antes del inicio del confinamiento, esas largas semanas en las que todos, o casi todos, nos dimos cuenta de lo mal que tenemos las cabezas en este frenesí en el que vivimos, y como acababa de salir de la boca del lobo, pensé: “seguro que más de una experiencia de las que he vivido en aquel encierro (o como lo suelo llamar, “el entrenamiento previo antes de la pandemia”) está pasándole a alguien más… ¿por qué no compartir lo vivido?

¿Qué problemas te has encontrado en el proceso como escritora?

En el proceso de escritura, ninguno. Cuando ingresé en planta le dije a mi madre que me trajera papel y boli porque si no me iba a volver loca. Empecé a escribir como distracción, sólo lo leía yo, hasta tal punto que llevaba siempre los papeles conmigo para que no los leyera nadie. Así que nunca pensé en ello como un libro porque sólo quería liberar mis adentros.

¿Cómo y cuándo decidiste exponerte públicamente contando tu vivencia? ¿Te arrepientes?

Al salir del ingreso, compartí con familia y amigos cercanos algunas partes de lo que escribí y se quedaron en silencio ante tales pensamientos a los que había llegado allí dentro. El empujón definitivo me lo dio la psicóloga que me atendió tras el ingreso cuando me dijo: “esto no te lo puedes guardar para ti”. Esta sentencia iba en el sentido de que algunas de las vivencias y reflexiones que escribo pasan por alto para los profesionales, que viven al otro lado de la barrera y no ven que ciertas prácticas son contraproducentes. E incluso, para los propios pacientes, que muchas veces no somos conscientes de nuestros propios procesos internos y, tomar conciencia de lo que nos pasa es el primer paso para controlar la situación.

De vez en cuando, me arrepiento, sobre todo por haber manifestado tantísima vulnerabilidad y por el qué dirán porque, aunque sea anónima, alguna persona que era cercana, ya no, me ha tachado de loca para arriba después de leerlo.

Luego me he dado cuenta de que mostrar vulnerabilidad es una de las mayores fortalezas porque, no cualquiera tiene valor.

¿Algún consejo para aquellos que quieran embarcarse en la aventura de la escritura?

Que, sobre todo viendo ciertas publicaciones, cualquiera escribe un libro, así que dejen el síndrome del impostor a un lado y tiren hacia delante.

Haces mención a una serie de personajes, obras y autores clásicos a lo largo de tu libro como Aldous Huxley, Nietzsche, Galdós, Los renglones torcidos de Dios, el conde de Montecristo, etc… ¿Te gusta leer? ¿Qué género literario es tu favorito? ¿y tu libro de cabecera?

Soy un ratón de biblioteca desde que aprendí a leer. Leo de todo, pero menos de lo que me gustaría: novelas, ensayo, biografías, algo de poesía… según me dé, me leo hasta las instrucciones del boté de champú en portugués. Particularmente me gusta el siglo XIX, del uno al otro confín, desde consideraciones filosóficas enrevesadísimas como las de Nietzsche o Dostoievski hasta ese delicioso costumbrismo patrio de Emilia Pardo Bazán o Galdós, de quien es mi libro favorito: “Fortunata y Jacinta”.

¿Consideras que la lectura tiene efecto positivo en el alivio del malestar emocional?

Es una expresión muy manida pero, la literatura te lleva a otros mundos, es viajar de manera gratuita, algo que viene especialmente bien cuando necesitas esa distracción que es la base del alivio emocional. También la música. Y ahora voy a soltar una opinión impopular pero, vamos a bajar un poco del mundo de las ideas al mundo sensible: la televisión es el gran caballo de batalla del entretenimiento, especialmente la “telebasura” que no tiene nada de basura. Yo me pongo Sálvame y me olvido de todos mis problemas porque se me llena la cabeza de banalidades, de ruido blanco, de una narrativa de la que no tengo que estar pendiente… y no hay mejor manera de desconectar el cerebro. No vamos a pasarnos el día leyendo a Kant.

¿Qué libro nos recomendarías para acompañarnos en un momento de soledad sobrevenida?

Esto va a quedar muy repipi, pero pienso en la poesía de la mística castellana. Sin necesidad de tener creencias religiosas, leer a Santa Teresa de Jesús, a San Juan de la Cruz o a Fray Luis de León inunda todos los rincones del alma. Son un bálsamo ¿Quién no lleva por bandera ese “Vivo sin vivir en mí” de la Santa?

Y ahora, ¿tienes algún proyecto literario o de otra índole en mente?

Parte de mi vida profesional la desarrollo leyendo y escribiendo, así que siempre hay alguna cosa entre manos, pero alejada de esta excepción que es “Alguien voló sobre la 11 Norte. 33 días y 500 noches en un psiquiátrico”.

Al hilo de una frase de tu libro: “Da igual cuando leas este libro, siempre será de actualidad”: ¿Podría tu libro acompañar a otras personas con problemas de salud mental?

Sí, pero no lo digo yo, lo dicen quienes lo han leído.

¿Cómo crees que tu experiencia podría servir a cualquier persona a sobrellevar una situación personal complicada o un momento de crisis vital?

Cuando se padece, es una gran ayuda identificarte con alguien y abandonar el pensamiento de que eso sólo te ocurre a ti. Todos tenemos crisis, miedos, ansiedades, turbaciones, traumas, obsesiones, alguna que otra enajenación… todos, sin excepción. El que diga lo contrario, no sólo miente, sino que también lo mejor es que te alejes de él.

¿Tienes feedback de tus lectores? ¿Qué comentario sobre tu libro es el que más te ha impactado?

Muchísimo y ha sido la gran satisfacción que me ha traído abrirme en canal de esta manera. A través de las redes y en los lugares donde lo he presentado, no sólo he recibido comentarios preciosos si no que ni un solo atisbo de “hate”, algo inaudito cuando hagas lo que hagas, siempre te van a llover comentarios de odio.

Me han escrito cosas como:“ojalá se convierta en una lectura obligatoria en Psicología”, “gracias por tu generosidad, ahora comprendo mejor lo que le pasa a mi hija”, “ya no me siento tan sola, ahora entiendo lo que me pasa” y otras tantas palabras que no me merezco.

En el prólogo aludes a tu intención de normalizar la salud mental y comentas la necesidad de que todos cuidemos de nuestra cabeza igual que lo hacemos de nuestro cuerpo. ¿Crees que falta una educación en este sentido?

Absolutamente. Nos enseñan un montón de cosas en el colegio pero no a gestionar nuestra dimensión emocional y mental, cuando es la base de todo lo demás. Y claro, luego pasa lo que pasa, y tenemos lo que tenemos. Ya no sólo es que falte atención hacia la Salud Mental, es que falta educación.

De unos años a esta parte, los problemas de salud mental están muy presentes en la esfera pública. Después de un confinamiento que ha supuesto un problema emocional para mucha gente y conociendo los datos actuales del Ministerio de Sanidad, que posicionan la salud mental como segundo problema de cronicidad en España. ¿Consideras necesario que se escriban más historias como la tuya?

Con hablar de ello ya estamos dando el primer paso. Llevo muchos años yendo al psicólogo y al psiquiatra y jamás se lo había dicho a nadie porque pensaba que era la única. Ha tenido que llegar una pandemia para que de repente todos vayamos a terapia (aunque hay algunos que se resisten).

“Vamos cuesta abajo y sin frenos hacia un futuro en el que la más peligrosa pandemia será la mental” es una frase que me asusta muchísimo porque la escribí antes de que la palabra pandemia se instalara en nuestro vocabulario.

Casi al inicio de tu libro, haces una comparación del ala de psiquiatría de un hospital con tres tipos de instituciones: la cárcel, la mili y el convento. ¿Cómo viviste la limitación de libertad y la falta de intimidad que lleva consigo el ingreso en un hospital?

Fatal. Un día llegué a dar un puñetazo contra la pared. Nadie puede sanar en una planta que tiene barrotes en las ventanas, sin apenas contacto con el exterior, sin respirar aire limpio, con un vigilante armado apostado en la puerta acorazada de entrada, con amenazas de entrar en la habitación de aislamiento o con una cámara de vigilancia en la nuca las veinticuatro horas del día.

Sin ser profesional ni tener ni idea de nada, opino que habría que desmantelar las formas y maneras de los ingresos psiquiátricos, no son nada adecuados para que alguien con malestar psíquico pueda recuperarse.

¿Qué les dirías a las personas que están viviendo ahora tu misma situación?

Pufff… no tengo palabras ni nada bonito que decir a alguien que pasa por esta situación, pero me quedo con lo que dijo en una presentación una profesional que trabaja en este ámbito en la Sanidad Pública: “los que habéis pasado por ahí sois unos supervivientes”.

Siguiendo con los trastornos mentales graves y su visibilidad, podemos ver cada vez más personajes con altavoz público hablar de sus propios problemas de salud mental, como es el caso del cómico Ángel Martín o la cantante Mai Meneses, entre otros. ¿Existe una correlación entre la visibilidad de la enfermedad y la eliminación del estigma?

El problema de la Salud Mental es que se sostiene sobre una multicausalidad que es imposible llegar a comprender en su totalidad. Si te duele la rodilla, con un par de pruebas diagnósticas el traumatólogo encuentra tu dolencia, pero en los trastornos mentales graves es mucho más difícil que eso, tanto que los situamos bajo un mismo manto. Hasta tal punto que la etiqueta popular que se viene dando a alguien con malestar mental es “está loca”, sobre todo en femenino, y ya está.

Está muy bien que personas con un altavoz público hablen sin tapujos porque, como decía antes, hablar es el primer paso hacia la normalización. Lo que no tiene nombre no existe.

Tú misma decides publicar tu libro con un seudónimo debido al estigma que crees que te podría generar, lo que me lleva a preguntarte: ¿Has sentido en tu propia piel el estigma de la sociedad? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo lo combatiste?

Resulta irónico hablar de desestigmatizar detrás de un seudónimo. No siento vergüenza de una sola de las palabras que escribo, ni de decir que tengo un trastorno ansioso-depresivo ni de tomar medicación, pero se me ha atacado en varias ocasiones.

Sin ir más lejos, mi jefe me ha menospreciado, puesto en duda y cuestionado mis capacidades, cuando jamás he cometido una falta, ya que no estoy incapacitada, aunque bueno, pienso que este tipo de comentarios hirientes responden a una forma de canalizar frustraciones y complejos de ciertos individuos así que, como diría Chus Lampreave en “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”: “Paso total de vosotras, me aburrís”.

Además, en mi caso, siento una doble incomprensión y doble estigma. Como dejo entrever en el libro, soy víctima de violencia de género, lo que me ha llevado a ser paciente de Salud Mental. Me enveneno cuando escucho ciertos pensamientos sobre este tema que gente que no tiene ni idea o gente a la que le viene bien sembrar odio, y aquí si que no me callo la boca, no tolero ni una, me cueste los disgustos que me cueste.

Por otro lado, unido a las experiencias vitales contadas en primera persona, han aflorado muchos proyectos divulgativos sobre salud mental, creados por instituciones y profesionales del sector que han querido poner su grano de arena en generar conocimiento, llegar a público de todas las edades y ayudar a comprender un poco mejor el cerebro humano y los trastornos mentales (el caso de Mentescopia sería un buen ejemplo.) ¿Qué más hace falta, según tu criterio, para eliminar del todo el estigma que pesa sobre la enfermedad mental?

Desde mi escasísima experiencia porque, como siempre digo, sólo soy paciente, pero también por eso mismo, porque soy paciente, creo que es muy necesaria una simbiosis paciente-profesional, en la que el primero hable y el segundo escuche.

En el libro repito varias veces que no seré ni médica ni psicóloga, pero conozco mi cabeza y mi cuerpo mejor que ellos, yo sé lo que me viene mejor y lo que necesito, ellos me ayudan a conseguirlo.

Por mucho que lo intenten con sus conocimientos y experiencia, los profesionales no pueden adentrarse en el cerebro de los pacientes tanto como nosotros. Es necesaria una colaboración horizontal y abandonar esa jerarquía de que quien tiene el conocimiento es el psiquiatra.

Sobre el libro

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